Lo primero es dar un buen ejemplo, porque como ya sabemos los niños aprenden imitando.
“Las neuronas espejo nos permiten aprender por imitación. Nos permiten reflejar el lenguaje corporal, las expresiones faciales y emociones. Las neuronas espejo juegan un papel esencial en nuestra vida social. Son esenciales para el desarrollo del niño, sus relaciones interpersonales y aprendizaje”.
“Los humanos somos seres sociales, estamos programados para aprender de los demás. Todos nosotros llegamos más lejos y más rápido trabajando de forma cooperativa. Ver a los padres, al profesor, u otro estudiante mostrar una habilidad, nos aporta una experiencia de aprendizaje mucho más completa que si únicamente escuchásemos una explicación. Por eso debemos educar con el ejemplo”. (García, A. 2016. Salud, Cerebro & Neurociencia)
Por lo tanto la parentalidad hace referencia a los comportamientos de los padres y madres para promover el cuidado, las capacidades y el reconocimiento de sus hijos e hijas.
Desarrollar la parentalidad positiva implica un trabajo para comprender y vivir positivamente nuestro comportamiento como padres y madres.
También es necesario conocer las necesidades de nuestros hijos en cada etapa de su desarrollo, además de aprender a vivir plenamente la experiencia parental.
Los padres somos las principales figuras educativas de nuestros hijos, aunque no las únicas ya que esa función la complementan las relaciones con el resto del núcleo familiar, la escuela, los amigos, la sociedad, los medios de comunicación, etc.
En el proceso de educación de nuestros hijos tenemos el compromiso de:
- Compartir el tiempo
- Respetar su identidad
- Favorecer su integración a la comunidad
- Educar de manera coherente y con un buen ejemplo
- Posibilitar amplias experiencias que promuevan su desarrollo integral