La educación holística (del griego “holos”, totalidad) nace en los años 90 del siglo pasado y es, sin duda, el paradigma educativo para el siglo XXI.
Parte de la base de que cada ser humano es único e irrepetible pero, al mismo tiempo, está intrínsecamente relacionado con todo lo que le rodea. Es decir que cada ser humano es una parte de una totalidad, cuyas partes contiene.
La educación holística no es un método educativo, sino una visión creativa e integral de la educación. Es una educación para la vida, que contempla al estudiante como un todo y no solo como un cerebro; en el que solo se apela al hemisferio izquierdo (el lógico, el analítico, el racional) en detrimento del hemisferio derecho (el intuitivo, el creativo, el imaginativo). Es una educación que va más allá del aspecto cognitivo y se centra también en el físico, el emocional y el espiritual para formar un ser íntegro.
La educación holística es una pedagogía humanista centrada en el estudiante e interesada en su formación y desarrollo como persona, en su relación consigo mismo y también, como ser en sociedad, en su relación con los demás y con el planeta. Además, incorpora la vertiente espiritual laica, que no ha sido considerada por otras corrientes pedagógicas.
Es la pedagogía del amor.